¿Qué pensaría Platón sobre la política actual?
Toda la filosofía de Aristocles,
más conocido como Platón, tenía fundamentalmente un objetivo político. El
objetivo de la filosofía platónica era instaurar un nuevo orden político,
regenerar el estado y acabar con la corrupción moral.
Platón, que procedía de una
familia perteneciente a la aristocracia ateniense, no soportaba ver como la
democracia se había convertido en, textualmente, un “mercado de charlatanes”.
Para Platón, la política era un arte técnico, un conocimiento orientado a la
consecución del bien de la ciudad, y opinaba que en la democracia de Atenas lo
menos importante era llevar a buen puerto a la ciudad, sino que la política
estaba dominada por completo por la retórica y las luchas de poder. Esta
situación le parecía intolerable; pensaba que los políticos tenían no solo el
deber, sino el honor de buscar la verdad y la justicia para la ciudad. Para él,
los políticos y gobernantes han de ser personas justas, que no vayan al
gobierno movidos por la ambición de poder o de bienes; es más, si por ellos
fuera, dejarían los honores que acompañan al cargo de gobierno para dedicarse a
una vida contemplativa, dedicada al estudio y a la consecución de la verdad.
Entonces, ¿Qué pensaría Platón
sobre la política y los políticos actuales?
Estoy completamente segura de
que a Platón le horrorizaría todo lo que está ocurriendo actualmente en
política. Los gobernantes actuales incumplen todas las pautas que, para Platón,
resultaban imprescindibles en un buen político.
Se sorprendería en ver que más
de 20 siglos después, siguen existiendo verdaderos sofistas en la política
actual. Líderes que se contradicen, que cambian de opinión según les convenga o
según el momento, que firman acuerdos con partidos que son ideológicamente
distintos a ellos y a los que, previamente, han criticado con gran firmeza y
rotundidad, llegando incluso a afirmar que, con ellos, jamás podrían entenderse,
ni mucho menos cooperar.
Se escandalizaría si supiese
que estos políticos no solo se mueven por la ambición de poder o de bienes,
sino que, además, roban a sus propios ciudadanos, se adjudican dinero de las
arcas públicas, dinero que nos pertenece a todos, dinero que, entonces, no
puede ser invertido en educación, en sanidad, o en cualquier otro aspecto en el
que sea necesario, es decir, en cosas que hacen que las ciudades y el país
mejoren. Que existen políticos que se aprovechan de su cargo para enchufar a
familiares, amigos, hijos de conocidos, etc. en cargos para los que gente que
carece de estos contactos, pero que, sin embargo, probablemente este mucho más
cualificada, se lleva preparando durante años; que hay políticos que gustan de adjudicar
proyectos públicos a amigos o conocidos que, obviamente, sabrán agradecer este
favor; agradecimientos con los que, de nuevo, estos gobernantes, salen
beneficiados una vez más.
Estoy también segura de que se
entristecería si supiese que jóvenes bien formados, jóvenes en cuya formación
todos hemos invertido dinero, no tienen más opción que hacer las maletas y
marcharse a otros países donde si se les ofrece trabajo, países que avanzan y
mejoran en todos los aspectos, en parte gracias a los conocimientos, a los
estudios y a la capacidad de estos jóvenes. Es decir, estamos formando grandes
matemáticos, ingenieros, biólogos, economistas, abogados, filólogos… en
resumen, gente formada, con nuevas ideas, y que podrían ayudar a levantar el
país, y después, los estamos invitando a marcharse, estamos cediendo a
Alemania, Francia y Arabia, entre otros, nuestra oportunidad de desarrollo para
que sean ellos quienes lo hagan.
¿A caso no se escandalizaría
Platón, y cualquier otra persona, viendo esto?
Buena entrada, Elena.
ResponderEliminarSaludos